A fines de 2013, el español Carles Alvarez Garriga, editor de los inéditos que dejó el autor de “Rayuela”, aseguró que durante el 2014 Argentina iba a “pagar la deuda con Cortázar”, aún a pesar de que “algunos no le perdonaron que escribiera desde Francia, ni su peronismo, ni su antiperonismo, ni que fuera de izquierda, incluso que pronunciara la ‘r’ a la francesa. Para muchos era considerado un escritor de la secundaria”. Y vaya que se pagó la deuda; y con justos intereses. Porque la marea cortazariana puso quinta velocidad durante el año del centenario de su nacimiento, doce meses que dieron cuenta de su vitalidad y vigencia y que empezaron con la edición de libros que exploran diferentes aspectos en torno al autor de “Bestiario”.
Entre ellos, “Cortázar de la A a la Z”, un álbum biográfico ilustrado; “Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar” de Diego Tomasi; “Leer Cortázar”, de Mario Goloboff; “Cortázar en Mendoza” de Jaime Correas; “Entrecruzamientos” de Luisa Valenzuela y una bio-bibliografía con referencias de todo lo que escribió Cortázar (1914-1984).
Las reediciones de sus obras fueron un zarpazo editorial aquí y en el mundo, ya que se convirtió en el escritor argentino más traducido, de acuerdo al Programa Sur de apoyo a las traducciones, desde donde informaron que para 2014 hubo pedidos de traducciones al serbio, griego, armenio y macedonio, desbancando a Borges, que hasta hace poco ostentaba el primer lugar. En la Feria del Libro de Pekín, sus libros fueron un éxito de ventas; en Londres hubo una charla homenaje así como un intenso seminario en Brasilia; Uruguay no se quedó afuera, tampoco España, incluso en la India hubo actividades en su nombre.